Contexto geopolítico de la Revolución de Abril de 1965
Pedro A. Hernández
La historia de la isla, así
como de Haití y República Dominicana, tiene como marco contextual la dominación
de una o varias potencias imperialistas, primero del viejo continente, a partir
del proceso de colonización iniciado por España en 1494 con el segundo viaje de
Cristóbal Colón, y luego de los Estados Unidos.
La dominación imperialista
norteamericana sobre República Dominicana se inició a finales del siglo XIX y
se consolidó a lo largo del siglo XX, en particular con la ocupación militar de
1916, que se prolongó hasta 1924. A partir de entonces el gobierno de los
Estados Unidos ha controlado sectores importantes de la economía dominicana y
ha tenido una influencia decisiva en la política nacional, a un grado tal que
instituciones como las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional han sido diseñadas
y funcionan como copias de las norteamericanas.
En la esfera económica la
penetración de los Estados comenzó con la explotación de maderas, en especial
de caoba, con lo cual iniciaron la depredación de los bosques nacionales y su
secuela de hoy la desaparición de numerosos ríos y arroyos. Eso siguió con
plantaciones de caña de azúcar y construcción de ingenios, explotación de minas
de hierro, bauxita, níquel, oro y otros metales, producción de energía
eléctrica, y se extendió al comercio de combustibles, maquinarias industriales,
automóviles y camiones (Pons, 1999) ,
así como bancos comerciales, empresas de telecomunicaciones y muchas más.
Esa dominación política y
económica la ejercía los Estados Unidos en toda América Latina y el Caribe, en
cuyos países gobernaban férreas dictaduras militares y sistemas parlamentarios de
democracias restringidas, todos dependientes y obedientes al poder imperialista
norteamericano, pero esa dominación sufrió una pequeña grieta en 1959 con el
triunfo de la Revolución Cubana la cual confiscó y convirtió en propiedad del
Estado cubano todas las empresas norteamericanas.
Luego la Revolución declaró
el Estado cubano de carácter socialista y estableció una relación de
colaboración con los entonces países socialistas, en especial con la
desaparecida Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS), lo que
fortaleció políticamente la Revolución Cubana. Todas esas decisiones fueron
inaceptables para el gobierno norteamericano cuya respuesta fue declarar como
enemigo de los Estados Unidos el nuevo Estado cubano, establecer un bloqueo
económico, expulsar a Cuba de la Organización de Estado Americanos (OEA), y
obligar a los países bajo la influencia de la política norteamericana a romper
relaciones diplomáticas y comerciales con el gobierno socialista cubano.
En ese contexto
internacional, en 1963, como resultado de un triunfo electoral mayoritario,
surge al gobierno de la República Dominicana el Partido Revolucionario
Dominicano y a la presidencia del gobierno el profesor Juan Bosch, quien inicia
una gestión de gobierno de vocación democrática y de política internacional
independiente, guiado por una Constitución que
establecía el derecho a la salud, a un empleo, la educación laica, la seguridad
social, vivienda propia e igualdad para los hijos naturales y legítimos.
La
Constitución de 1963 prohibía la
la propiedad latifundista en manos de particulares, prohibía a los extranjeros
ser propietarios de tierras en el país, además penalizaba los monopolios, castigaba la corrupción, el acaparamiento de
mercancía, el agiotismo y la especulación; reconocía la participación de los
trabajadores en los beneficios de las empresas, el derecho a la libertad de
asociación (Peña y Castillo, 2017), entre otras medidas progresistas que
afectaban intereses económicos de empresas de capital norteamericano, de
empresarios dominicanos, así como de la jerarquía de la Iglesia Católica y de
la cúpula militar.
Las
medidas de políticas públicas establecidas en la Constitución de 1963 y los
pasos que en esa dirección daba el gobierno de Bosch, resultaron inaceptables
para los capitalistas norteamericanos y dominicanos, la Iglesia Católica y la
jerarquía militar, todos los cuales se confabularon y desplegaron una campaña
nacional e internacional de hostigamiento contra el gobierno encabezado por
Bosch, utilizando contra éste la acusación de comunista y de que el país corría
el riesgo de convertirse en “otra Cuba”. Esa campaña que culminó con un golpe militar
de Estado que derrocó al profesor Bosch, el 25 de septiembre de 1963.
El
golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963 desencadenó una
conspiración cívica y militar encabezada por militares jóvenes de baja
graduación, que habían estado vinculados al profesor Bosch y que adquirieron
con éste conciencia democrática y constitucionalista. Esa conspiración
desembocó en un golpe de Estado para restituir en la Presidencia de la
República a Juan Bosch y dio paso a la Revolución de Abril de 1965 cuya
descripción y análisis se hace en otros artículos de esta edición especial de
Trinchera Unitaria.
Textos
consultados:
Moya Pons, Frank. El siglo XX dominicano. Edición de Codetel.
Santo Domingo, República Dominicana, 1999.
Peña Fernández,
Genaro. Castillo, Félix. Historia social
dominicana. Ciudad Universitaria, Santo Domingo, República Dominicana.
Editora Universitaria, 2017.


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