La coyuntura: La necesidad de pactar para una transición democrática.
Manuel Salazar
(El análisis de coyuntura, con el uso
apropiado de las categorías científicas correspondientes, es un método de
trabajo que debería ser habitual principalmente en la izquierda y el
progresismo. Desafortunadamente, no lo es ni por asomo. Por eso, hay
grupos que tienen la misma postura para todas las circunstancias).
Puede que a muchos resulte extraño que
se proponga el propósito político de una verdadera transición democrática
en la coyuntura del pais. Porque algo así ha sido propio para
superar dictaduras como la de Trujillo (1930- 1961) en el pais; la de Pinochet
(1973- 90) en Chile; la de Franco( 1939- 73) en España; para sólo
citar tres casos de regímenes totalitarios a cuyos términos dio inicio un
proceso "hacia la democracia", con características y resultados
diferentes en cada caso.
No obstante, estudiosos de la política y
las ciencias sociales en general hablan con mucha propiedad de que una
transición democrática es necesaria para superar regímenes no necesariamente
tiránicos, pero que, habiendo negado a estos han sido cooptados por
élites politicas y sociales que han convertido la democracia representativa en
una formalidad, quitándole el principio de la alternabilidad del poder,
para legitimar sus particulares intereses, apelando las artes más diversas e
imperceptibles del fraude; al uso y abuso de los recursos del Estado para
mantener cautivas clientelas de votantes.
No ha llegado a los niveles del viejo
PRI de México en materia de ser partido/régimen , pero se parece, y si logra
convalidarse en el poder más allá del 2020, fortalecerá esa
cualidad.
Si hay un caso con todas estas
características, es el del PLD en el poder, y de tal envergadura es su
presencia en la dirección del Estado que existe un consenso en la oposición al
decir que nadie le gana sólo a ese partido.
A esta se añade otra
conclusión unánime también, tan importante como la anterior,
cuál es, que no habrá cambios democráticos en el país mientras el
PLD sea gobierno.
La del país es una coyuntura especial y
como tal se la debe valorar. Hay coyunturas y coyunturas, y en cada una
los apremios son diferentes y es un desatino dar a todas la misma respuesta.
Las elecciones de 1962 y las de 1982,
planteaban desafíos muy diferentes. Las primeras serían punto de partida y
señalarian el rumbo del proceso democrático, y la mayoría del pueblo
quería ejercer el voto con cierta libertad en 31 años. En las segundas, 20
años despues, ya se habia conquistado un espacio mínimo de libertades y
derechos democráticos, era claro que el PRD no empujaria a una reforma
democrática del Estado, no era inminente el peligro del retroceso a la
intolerancia de 1966- 78, y por tanto era atinado desarrollar una propuesta
electoral con perfil progresista/ izquierda propio, como en esa ocasión
podíamos todos hacerlo concentrados en la Unión Patriótica(UPA). Pero
este buen juicio no apareció en la izquierda y el bipartidismo tomó cuerpo.
Las de 1978, plantearon la posibilidad,
y la urgencia, de poner fin al régimen de represión e
intolerancia, y sólo el triunfo del PRD sobre el partido de Balaguer lo
hacía posible. Esa era la esencia de la coyuntura. Pero la mayoría de grupos de
izquierda no hicimos esa lectura.
En las de 1986, se enfrentarían otra vez
el PRD y el partido de Balaguer, con posibilidades de que, como
sucedió, este regresara al poder. El PRD quiso convertir "el
peligro del retroceso" en la esencia de la coyuntura para ganarse el voto
progresista y democrático avanzado de entonces. Pero ese "retroceso"
no era un peligro, y en consecuencia era atinado desarrollar un polo electoral
progresista/izquierda. No hicimos la lectura correcta, y este papel se lo propuso
el PLD con mucho éxito. Gran parte de la intelectualidad que había girado en
torno a la izquierda, apoyó la candidatura del profesor Bosch y resultó
que el PLD rompió el bipartidismo, y ahí comenzó su proceso para ser lo
que es hoy.
En las de 1994- 96, tampoco hicimos la
lectura adecuada de la coyuntura, y por omisión algunos, y comisión
otros, facilitamos que el neotrujillismo trasvasara sus fuerzas sociales y
mañas de dirección de Estado al PLD.
Y aqui lo tenemos aplastando
todo, colocando el pais, y a sus fuerzas políticas de
oposición, en la necesidad de plantearse "la regeneración
democrática", "una transición democrática", "cambios
democráticos", como urgencia histórica; un punto de partida
elemental, después de 58 años de haber caído la dictadura de
Trujillo, y cuando en parte de América Latina desde 1954 hasta hoy,
han transcurrido tres olas de procesos políticos avanzados( la revolución
cubana, la revolución sandinista y su impacto en Centroamérica, y el
proceso bolivariano con el Comandante Chávez como estandarte).
De aquel deficit, o la
mala, o ninguna lectura, de cada coyuntura, son los apremios de
hoy.
En la coyuntura en curso es un hecho
objetivo la disputa entre danilistas y leonelistas, que, como fisura en
el sector a enfrentar, es obligado incluirlo como una reserva importante
de la táctica. Pero no se puede hacer de eso una apuesta importante en el
propósito de desplazar al PLD, del poder central; ni mucho menos tomar partido
por uno de los dos. Porque lo que resulte de esa disputa es, con mucho,
un enigma y los propósitos políticos no se definen con hipótesis ni veeduria de
tazas.
Sobre todo a partir de otros
hechos objetivos también en torno a ese partido, cuáles son, es la principal
marca política, cualquiera que sea su candidato, dicen las encuestas;
tiene el poder en sus manos y lo usa de manera inescrupulosa para sus propios
fines; está constituido por Sargentos Políticos habilitados con toda la
logística para movilizar votantes; su gente no está en disputa por diferencias
de ideales ni causas sublimes.
Y, todo eso, se produce en un
contexto en el que predomina el mercado, punto de encuentro entre ofertantes y
demandantes de conciencias.
La cuestión principal de la coyuntura es
la necesidad de salir del modelo PLD de gobierno, abrir compuertas a un proceso
de transición democrática, visto este como un curso de acciones continuas en el
tiempo, encaminado a desmontar el régimen que ha hecho posible que cayera
Trujillo, pero no el trujillismo; desapareciera Balaguer, pero no el
balaguerismo; se hayan reciclado con un plus todos los anteriores en el
peledeismo; y este quiera continuar como mínimo hasta el bicentenario de
la República, según ha dicho.
Hay que ganarle al PLD y
consecuentemente desmontar el peledeismo, para un ¡Nunca jamás! a esos
modelos de partido/presidente/régimen; llámese luisismo, hipolitismo,
guillermismo, antonismo, minouismo, mariateresismo, hubierismo,
severinismo, o cualquier ismo derivado del que con todos sus derechos tengan
otros peledeistas que en el futuro vuelvan al gobierno, pero en
condiciones de otro régimen de instituciones.
Para eso es necesaria una gran unidad de
propósitos, y electoral, que proporcione la base social suficiente para
los cambios.
Esta es la cuestión principal de la
coyuntura.
No hay comentarios.: