EL LEGADO POLITICO DE CAAMANO VIVE EN EL CORAZON DEL PUEBLO
Por Tulio Pimentel
El golpe de estado a Juan Bosch el 25 de septiembre de
1963, genera en el país un intenso periodo de luchas sociales y políticas que incluye a
militares constitucionalistas a través del Movimiento Enriquillo,
dirigido por el Coronel Rafael Tomas Fernández Domínguez para dar un
contragolpe y reponer sin elecciones al gobierno
y la constitución del 63.
Ese movimiento coopta a varios oficiales entre ellos al
Coronel Francisco Alberto Caamaño Deño desarrollando
un arduo proceso conspirativo junto al
PRD y a pesar de la ausencia de Fernández
Domínguez, (exiliado por el gobernó) en la tarde del 24 de abril produce la rebelión militar con la integración
masiva de la población.
Dado que Bosch estaba
en el exilio por orden sucesoral el Dr.
José Rafael Molina Ureña, presidente
de la Cámara de Diputados, pasa a ser Presidente Provisional, pero ante la presión de los gringos y los militares
reaccionarios este se acobarda, no
resiste y se asila dejando un vacío del
lado constitucionalista.
Hay momentos cruciales donde la indecisión y vacilación política se apodera de algunos al extremo de abandonar
la causa pero, al mismo tiempo, por necesidad histórica el proceso templa y
forja a los combatientes y emergen
nuevos liderazgos ganados al fragor de las batallas libertarias.
La dinámica del 24 de abril precipitan los acontecimientos
y la realidad exigía superar el vacío institucional dejado por Molina Ureña, con un liderazgo
dotado de autoridad, capacidad de mando, combativo, competente y que unificara tanto
a civiles y militares, cualidades estas encarnadas por el coronel Caamaño Deño,
figura señera que se viste de gloria en las “Trincheras del Honor”, siendo proclamado por el congreso,
presidente de la república en armas, el
3 de mayo de 1965.
Caamaño, hijo del teniente general
Fausto Caamaño, servidor de los “peores secuaces” de la dictadura de
Trujillo, había sido jefe de los cascos blancos una fuerza élite represiva de
la Policía Nacional que en 1962 se vió envuelto en la represión desatada contra
el liborismo en Palma Sola, resultando herido. También fue jefe de Radio Patrulla.
El antecedente familiar-policial no le impidió dar el salto se integra a la
conspiración en diciembre de 1964, para luego y sin proponérselo termina siendo
presidente del gobierno constitucionalista, una lección histórica a tener
presente porque siempre se evalúa a las
personas por su trayectoria, pero
realmente sucede que muchas veces no es como se inicia en la vida sino como
termina, y las causas a las que se asocia y defiende.
Caamaño fue un hombre de carácter recto y alegre que gustaba de la lectura, de temperamento algo
tímido pero reactivo, que dispensaba un trato humano y sensible a las personas
con las que se relacionaba y sobre todo, era un militar de mucho valor y honesto.
Durante los 132 días de la rebelión siempre mantuvo
estrecho contacto con los diferentes comandos en la zona constitucionalista, hacia reuniones con los comandantes,
políticos, organizaciones y
combatientes, asistía a los mítines que se realizaron y tenia comunicación
radial con su pueblo.
El 3 de septiembre de 1965, ante el Congreso Nacional, en
la plaza de la constitución tras la firma del acuerdo que puso fin a la crisis
renunciaba diciendo: “Pueblo Dominicano: Porque me dio el Pueblo el Poder, al Pueblo
vengo a devolver lo que le pertenece. Ningún poder es legítimo sino es otorgado
por el pueblo, cuya voluntad soberana es fuente de todo mandato público”.
En este 24 de abril es importante tener claro el legado
político del presiente Caamaño Deño. Este hombre pese a su raigambre decidió
ponerse del lado de la verdad y la historia asumiendo los objetivos del
movimiento Enriquillo, como soldado cumplió con el deber de defender la
constitución pisoteada por la oligarquía
civil y militar desde 1963 y la soberanía nacional tras la invasión yanquis, tomó
en sus hombros la defensa inclaudicable
de la revolución democrática en marcha, la unidad cívico, político, militar del frente
constitucionalista y asumió sin importar los sacrificios las tareas de jefe militar y luego de
presidente que le asignó la historia y
las instituciones democráticas del momento. Además en la mesa de negociación defendió con dignidad los objetivos del movimiento, cohabitó
con el movimiento revolucionario en el terreno del honor y en el campo de
batalla, a la vez que asimilo la conexión histórica entre el proceso de
abril con las gestas de la Restauración
e Independencia Nacional en el siglo X1X.
Este digno presidente combatiente nunca se rindió, no se vendió
ni busco prebendas personales, nunca paso factura por servicios a la patria y
mucho menos se amilanó. Muy al contrario, su segunda radicalización política
heredada de las enseñanzas de la guerra de abril de 1965, le llevan a la clandestinidad
a preparase política y militarmente para retornar al país como el comandante Román, con las armas en las manos para continuar la lucha, cumpliendo con la
palabra empeñada de combatir hasta la liberación definitiva del pueblo
dominicano.
Caamaño es un héroe nacional y su memoria vive en el
corazón del pueblo dominicano, pero es insuficiente, debemos recuperar su
legado político que trasciende a otras fronteras, crear una Comisión de la Verdad
que establezca las circunstancias que
rodearon su cobarde fusilamiento y el
destino real de sus restos, los que deberían estar en el Panteón Nacional, pero
sobre todo para enarbolar como en abril el símbolo de la unidad entre las fuerzas democráticas, patrióticas ,
revolucionarias y comunistas para culminar las tareas democráticas pendientes y
pasar a nuevas metas hacia las transformaciones socialista de la República Dominicana.
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