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A DERROTAR LA MAFIA PLD







Por Tulio Pimentel

A 60 años de la gesta del  14 de junio de 1959, derrotada por la dictadura pero que  políticamente marca el principio del  fin de ésta, la sociedad dominicana sigue pendiente de una transición política para avanzar en un nuevo orden  económico, jurídico político e institucional y un estado soberano y de derecho partiendo del programa de la raza inmortal y ampliado  al contexto actual.

En ese lapsus el país conoce 15 procesos electorales, un golpe de estado seguido de un contragolpe convertido en guerra cívico-militar, así como de la segunda intervención militar imperialista para impedir el retorno a la constitucionalidad sin elecciones y luego  imponer, mediante “elecciones”  a su títere preferido.

En el presente la sociedad reclama reformas y cambios profundos expresados en distintas jornadas de luchas populares y ciudadanas siendo Marcha Verde la de más reciente impacto con el tema de la corrupción e impunidad. Hace falta un marco legal que frene el robo de lo público y el régimen de impunidad con actores libre de vínculo partidario y corporativo, el pueblo quiere ver en el banquillo de acusados a los nuevos millonarios de la era del PLD, como también a los de  Balaguer y el PRD.

Pero ese anhelo, hoy es obstruido principalmente por la hegemonía de la fracción  miserable llamada PLD, que ha devenido en una corporación mafiosa y maquinaria electoral que “legalmente” se ha apropiado de todos los poderes del estado, maneja el presupuesto, la opinión pública y hasta incide en sectores de la oposición social  y política. En definitiva, se habla de que asistimos a una dictadura constitucional y a la vez dictadura de partido único que pretende gobernar hasta el 2044.

Frente a esa realidad y dado el hecho real de que estamos en un momento esencialmente político electoral, hemos  sostenido que la lucha contra el continuismo de la marca PLD con Danilo, Leonel  o quien ellos designen, es el objetivo inmediato de esta coyuntura a ser superado no solo por la oposición sistémica sino también por la progresista así como por la franja del campo popular, revolucionario y de izquierda, como base para abrir un proceso de transición política con nuevas reglas para el ejercicio democrático del país.

 El carácter de la lucha actual no es contra el sistema como tal, y con el todos los partidos tradicionales, ese no es el objetivo inmediato  porque no estamos en una situación revolucionaria, decir lo contrario se estaría asumiendo una postura más ideológica que política, con el agravante que por sus resultados eso solo beneficia al
continuismo morado.

Las contradicciones en el bloque dominante y gobernante deben ser observadas y aprovechadas  por los revolucionarios para determinar  en el marco de la flexibilidad táctica las prioridades, aliados y blancos  de ataque, claro siempre que eso nunca  olvide el objetivo final y estratégico de  nuestra lucha histórica.

Como dice la historia republicana, las coyunturas electorales han sido marcadas por las pretensiones continuistas de los mandatarios de turno que siempre  modifican  la constitución  y se hacen un traje a su medida con todas sus consecuencias para la economía, la trasparencia, la institucionalidad y el ejercicio democrático de las propias organizaciones políticas. Por tanto, si es un hecho relevante que los revolucionarios debemos poner atención, rechazar y repudiar a tono con los intereses populares y de la nación.


Por tanto favorecemos niveles de  unidad que ayuden avanzar aun sea un tantito, bajando la  mafia PLD del gobierno convencido de que  lo que venga  tendrá que adherirse con decisión al reclamo ciudadano y popular de poner fin al régimen de corrupción e impunidad, o sencillamente también serán barrido por la ira popular y ciudadana no necesariamente por la vía del cauce electoral.

Finalmente, apelamos a la sensatez y la sincerizacion de las  izquierdas  dando un salto para pelear por su espacio ganado en más de 60 años de lucha por la  justicia, la soberanía, la libertad y la democracia política, articulándose en una plataforma unitaria para que con el prestigio de las ideas se  gane el corazón de este pueblo convirtiendo la simpatía en presencia orgánica e incidencia  hasta llegar a convertirse en mayoría política y electoral que desafié  el poder del bloque dominante.


  

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