EL BULIN EN NUESTRA SOCIEDAD
María Victoria Batista Fernández
M.A
Comienzo con una simple interrogante: ¿De dónde sale
el término bullyng, quién lo puso de moda?
La verdad es que no encontré su definición en ningún
diccionario emanado de la Real Academia
de la Lengua Española. Busqué otras fuentes y qué creen, es un
anglicanismo - bullying – (http://definicion.de/bullying/) él recoge lo que en nuestro idioma denominamos,
maltrato, ya sea físico, psicológico, verbal. Es el acoso a niños y niñas en
edad escolar. Que unos años atrás se limitaba al entorno de la escuela: el
aula, el recreo, pero que ahora además se hace por los medios de interacción a
distancia.
Aunque el término sea uno de los modismos que nos
está acuñando el Imperio, que hasta nuestros términos altera cuando quiere
imponer una moda y ponernos a todos y todas a girar en torno a eso, mientras
siguen tranquilos en lo suyo; por allá por medio oriente y otros rumbos; como
es el caso del término “Gay”, por ejemplo, que ha pegado tanto, que nuestros
muchachos han asumido la moda “Gay”; Sin
embargo, dígase en el idioma que sea, y conscientes de la manipulación, el abuso
contra los-las niños y niñas, es una acción de crueldad.
Parece que en
esos países donde se han promulgado las leyes de protección a los menores
y que son signatarios de acuerdo y
convenios internacionales, de protección
a la niñez y que además han creado los
mecanismos para que esto se cumplan en la práctica, sienten ahora preocupación por lo que pasa en los espacios
de interacción de los niños, donde suceden acciones que no fueron
contempladas a la hora de legislar.
Cito: “El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono,
crueldad y explotación” (Asamblea General de las Naciones Unidas, 20 de
Noviembre de 1959). La Convención de Derechos del Niño señala: “Es obligación
del Estado proteger a los niños de todas formas de malos tratos” (Asamblea
General de Naciones Unidas, 20-11- 1989; Convención de Derechos del Niño. Art.
19)
Se legisló para protegerlos de los abusos de los
adultos, de las negligencias de los Estados y de los padres, pero no para
protegerles su integridad Psico-emocional y física, frente a sus propios compañeros generacionales, en el
sentido de que comparten los mismos recintos escolares y frecuentan las mismas
redes de comunicación.
En el caso de países como los nuestros, me refiero a
Sudamérica, Centroamérica el Caribe. Es
una situación mucho más seria, porque el maltrato, la burla, está estrechamente
vinculada a una neo-construcción de una cultura de violencia generalizada,
cuyas causas son netamente estructurales; se corresponden con Estados corruptos,
donde no existe un régimen de consecuencia frente al delito que se comete en
los extractos altos de la sociedad; sociedades con altos niveles de desempleo,
con poblaciones a merced de los medios de comunicación que promueven y educan
para la violencia, los vicios, el vandalismo, la falta de respeto a los
derechos de las personas y el consumo.
Los mismos
países que legislan y que se “encumbran” disque para proteger los derechos,
luego nos arropan de drogas y de programas infantiles con prácticas de
violencia, de xenofobia, de discriminación, donde los niños aprenden a sentirse
superiores o inferiores según su “clase social” su procedencia, su raza, su
sexo …donde aprenden a manipular y a imponerse ante los demás y donde peligrosamente
se ha fusionado la práctica tradicional y muy sana de las pandillas
adolescentes, con el malsano vandalismo, matizado con el consumo y venta (mulas)
de estupefacientes.
Nuestros canales de televisión y los cines están
infectados de novelas, series, películas donde se enseña con lujo de detalles cómo ser delincuentes exitosos, ya sea en
la política, en el estado, en el narcotráfico o el tráfico de lo que sea; en
las bandas callejeras, en la venta del cuerpo, en la promiscuidad.
Además
se adiestra minuciosamente en cómo consumir cualquier tipo de estupefaciente,
cómo organizar los puntos de venta y consumo, cómo corromper policías y otros
funcionarios, como torturar, cómo matar, secuestrar… Todo esto de una manera
inescrupulosa y escalofriante y ante la complicidad y el concurso de quienes
nos debían proteger y educar como ciudadanos: las autoridades estatales. Se
supone que para eso los elegimos. Lo que será “harina de otro costal”. Diría mi
mamá.
Dentro de este contexto los niños-as, son además receptores-víctimas
y aprendices de la violencia emanada de esta
práctica que se está haciendo una cultura, por demás machista
que somete y maltrata a todo el que por su condición física o
psicológica considera más vulnerable.
Por tal razón, más que hablar de las causas y las
consecuencias de esta ola de agravios a los niños y niñas, desgraciadamente
ascendente en nuestros países, que pienso se pueden buscar y encontrar en cualquier sitio de Internet, prefiero que nos podamos plantear que hacer frente al
problema y lo miremos con cierto nivel de criticidad.
Antes de dar alguna sugerencia quiero hacer algunas
aclaraciones y reflexiones. Decir que el problema del maltrato a, y entre los
niños no es un fenómeno aislado y por tanto su solución necesariamente debe ser
colectiva, porque responde a la situación de deterioro, invasión e inversión de
valores que estamos viviendo en el llamado mundo de la globalización, por un
lado y por otra parte tiene que ver con la misma esencia humana, que tiene que
ser educada, domada a base de la práctica y el cultivo de conductas colectivas
que se aprenden más por imitación que por discurso.
Esto implica que los adultos y las instituciones que
hemos creado asumamos un compromiso serio entre lo que decimos, lo que corregimos
de palabra, escribimos, legislamos y lo que hacemos en la práctica.
Los valores y los principios, los aprendemos más por imitación que por
discursos bonitos, por castigos o demagogias: He observado que las pelas,
los reproches, las malas palabras, los insultos, las cárceles, no corrigen;
“maleducan” educan mal. Provocan la imitación y la reproducción de esa conducta
en el que observa, escucha o la sufre y en algunos casos el rechazo, el repudio
o la alienación frente a quien emite dicha conducta.
Pongamos atención también a tema de la
globalización, ya estamos en ella, no hay vuelta atrás, para bien y para mal porque
es un globo que nos está poniendo a flotar, que nos está desconectando de
nuestras raíces culturales, de nuestro contexto vital, de nuestras formas sanas
de relacionarnos.
Si en los
medios de comunicación, en sus familias, en sus comunidades, por donde quiera
hay un ajuste de cuentas, un atraco, asesinatos, mal trato a las mujeres, ¿Qué
van a aprender los niños?
Si lo que
viven en la práctica es la discriminación permanente de los que tienen el poder
y el dinero contra los más pobres, de los blancos contra los negros, el abuso
de los más grandes contra los pequeños en la escuela, en la casa, en el barrio,
los insultos, el golpeo, los asesinatos ¿Qué van a aprender los niños?
Las
relaciones que se dan entre los niños en las escuelas es simplemente el reflejo
de lo que viven. Y preparémonos porque seguirán apareciendo niños y
adolescentes Rambos y exterminadores que entrarán armados a los recintos
escolares y acabarán con todos. Esa es la basura que le están enseñando: el
irrespeto, la intolerancia, el abuso de poder y nosotros tranquila y felizmente
los ponemos a merced de todo esto frente a un televisor para egoístamente
“descansar de ellos”. Estamos pagando el precio de tanta laxitud. Decían
nuestros ancestros. “Auyama no pare calabaza” “Siembra
viento y cosecharás tempestad”
Nuestro Señor Jesucristo, contestando a un maestro de la ley dijo: “El primer mandamiento es:
Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Al Señor tu Dios
amarás con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con
todas tus fuerzas. Y después viene este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No
hay mandamiento más importante que estos” (Mc. 12, 29-31).
¿A quién escuchamos ahora? ¿A quién o qué estamos
amando con todo nuestro corazón? ¿Qué lugar ocupa el otro, la otra, los y las
infantes en nuestras vidas?, ¿Cuál está siendo el centro de interés de nuestros
estados, de nuestras sociedades, de nuestras familias, nosotros mismos? ¿Hasta dónde vamos a dejar
crecer el Yo = egoísmo que llevamos dentro? Si no paramos, será hasta que nos
destruyamos a nosotros mismos. Ya hemos comenzado despreciando todo lo débil,
lo fe, al pobre = “población sobrante” a las mujeres, a nuestra propia
identidad que es ser tiernos y amorosos “eso es visto como debilidad; a nuestro
cuerpo, que la nueva construcción de la identidad personal que nos están
inculcando, sólo lo ve valioso cuando es capaz de producir dinero, placer y
poder.
Reitero, estamos en una bola de humo que en
cualquier momento va a explotar. Y en
una sociedad así, desde luego muy pocos está preocupado seriamente por lo que estamos sembrando en el corazón y
la vida de las nuevas generaciones. Cada uno busca lo suyo aunque tenga que
decapitar, crucificar, bombardear, fusilar, golpear, discriminar, manipular,
invadir espacios ajenos, desviar o malversar fondos = robar como dice nuestro pueblo, y podríamos sumar un
sin número de verbos que simbolicen maltrato contra nosotros mismos:
Destrucción.
El
bullying en los niños es sólo un grito profundo
del alma colectiva de esta sociedad “englobada” que se está
autodestruyendo.
El
que tenga oídos que oiga y el que quiera ver que vea. Hay que actuar.
ALGUNAS ESTRATEGIAS Y PRÁCTICAS QUE CONSIDERAMOS
PUEDEN AYUDAR:
La experiencia
de trabajo de algunas instituciones,
públicas y privadas y sin fines de lucro con las que he estado involucrada por
años, puede aportar algunos elementos, que sirven de referencia.
A mi juicio ayudar
a dar la cara de manera efectiva a esta situación la creación de redes
interinstitucionales, populares, que puedan aunar esfuerzos, que provoquen
procesos graduales de educación a las
familias sobre prácticas sanas de crianza.
Que los promotores de la salud integral de los niños
en los centros educativos: Profesionales de la Psicología, de la orientación
psicopedagógica, formación humana y religiosa,
del magisterio, desarrollen espacios comunitarios donde se aporten elementos y se reconstruyan experiencias
culturales de los valores de la paternidad, maternidad y la filialidad, todo
esto unido a nuevas e innovadoras forma de criar a sus hijos, propias o
transculturales, que garanticen a los hijos el poder crecer en un ambiente
familiar, barrial, residencial o sectorial donde puedan disfrutar del afecto,
el respeto y la corrección sana, adecuada y oportuna, no sólo por parte de los
padres sino de todos los adultos de la comunidad.
Creación de espacios escolares de interacción y
aprendizaje para las niñas y los niños, tomando en cuenta su origen, sexo o
raza, donde los niños y niñas para que por medio de estrategias sutiles y
adecuadas, aprendan a socializarse como iguales, a verse y tratarse como amigos,
afirmándoles su identidad de seres sexuados en relación sana y coherente con su
ser: su estatura, su volumen corporal, su sexo, sus pensamientos, sus estilos
de aprendizaje, condición social, económica y sus sentimientos; orientándoles
hacia los valores fundamentales de la convivencia humana: el respeto, el trato
justo, la acogida del otro en su verdad limpia, no manipulada, no inducida por
intereses foráneos o particulares.
Provocar el
encuentro entre la autenticidad del ser de cada uno Y que desde esa base puedan
apoyarse, amarse y apoyarse con sus particulares: capacidades, talentos,
fortalezas, sus limitaciones, historias y sus propios ritmos de aprendizaje.
Realizar talleres, charlas, convivencias, para la
concientización de los profesores, el personal de apoyo y el personal administrativo
de los centros educativos sobre las cuestiones anteriormente planteadas.
Las Organizaciones sin fines de lucro y las
Instituciones del Estado encargadas de la protección de los niños y niñas, (CONANI,
Salud pública, MINER), deben realizar
jornadas de sensibilización a la población y velar por la aplicación de los mecanismos legales creados
para esos fines y dar seguimiento sistemático a las familias.
Desde las Iglesias y las organizaciones
comunitarias, demandar a las instituciones encargadas de garantizar derechos a
los Niños Niñas y adolescentes (NNA) que cumplan con su rol, sobre todo al
Estado que debe ser el garante de que los padres puedan trabajar para que sus
hijos coman, estén limpios y nutridos; para que luego no sean objeto de burlas
de los demás.
Desarrollar espacios con los/las niños/niñas y los
padres donde se analicen, se critiquen y desarticulen los programas más nocivos para estos (muñequitos violentos,
discriminatorios…) y lograr que éste análisis crítico forme parte de las
estrategias de enseñanza de las diferentes áreas de conocimiento en las
escuelas.
Desde los espacios televisivos, radiales y otros
medios de comunicación y redes, realizar campañas publicitarias con eslogan,
hechos de la vida diaria, con prácticas de crianza que permitan desaprender y
aprehender nuevas formas de relaciones humanas entre los y las infantes y
adolescentes basadas en la acogida del otro, de la otra.
Desde las Iglesias y las organizaciones comunitarias
a través los espacios televisivos, radiales, otros medios escritos de
comunicación, redes y otras acciones; presionar los legisladores de nuestros
países y los espacios de derechos humanos y de la niñez internacionales, para
que legislen a favor de controlar los medios de comunicación para que se
sustituyan los programas basura por programas para la formación de los
ciudadanos en una cultura de paz y de
respeto a los derechos de toda vida en
el planeta de ser protegida en su
integridad. Que los niños y adultos vean, sientan, respiren esto por medio de
la magia de la pantalla, pequeña o grande.
En nuestra práctica laboral, como Maestra, Psicóloga
y Orientadora en los centros educativos, nos
ayudó mucho a combatir las prácticas de mala convivencia y malos tratos
entre los niños, la formación de clubes escolares, según los intereses, dones y
necesidades de los niños; las reuniones y asambleas constantes con los
padres; el seguimiento especial a cada niño o niña para la formación en valores
humanos y de forma continua en las aulas, en las reuniones de docentes, del
personal de apoyo y demás espacios de la escuela y su entorno comunitario.
Involucrar las diferentes organizaciones presentes
en el entorno escolar a la vida de la escuela, realizando actos, reuniones,
visitas a las familias, diálogos con los líderes y las instituciones garantistas de los derechos de los niños
presentes en el entorno escolar: La UNAP, las juntas de vecinos, entre otras.
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