LA CONTRA REFORMA LABORAL EN SU CONTEXTO: Gobierno y empresarios pretenden eliminar conquistas históricas de los trabajadores
Asdrubal Sepúlveda
Observar los cambios que desde finales del siglo
pasado sacuden el mundo del trabajo, enfatizando sus aparejadas ideas
despolitizadoras, desreguladoras del mercado y de la lógica de guerra
(competitividad) impuesta a la economía, permite contextualizar mejor las
pretensiones de los empresarios y el gobierno dominicano en aprovechar la
necesidad de adecuar el marco legal que rige las relaciones laborales, para
eliminar derechos de los trabajadores dominicanos históricamente acumulado.
El nuevo sentido de época que vive occidente, marcado
por el declive del industrialismo y el desarrollo de la multidimensional
revolución científico tecnológica, que desde el siglo pasado pautan nueva forma
de ver la política, la producción, las comunicaciones, la genética, etc., dando
paso a la posmodernidad o globalización, como les llaman otros, determina la
emergencia de nuevos modos de producción que prescinden cada
vez más de la mano de obra, conllevando cada vez más, a que la productividad se
independice del trabajo humano.
En
la presente revolución tecnológica los/as trabajadores/as son despojados/as de
los puestos de trabajo, en La cual la productividad, emancipada de la mano de
obra, deja fuera de la actividad laboral un gran volumen de fuerza de trabajo.
Energía canalizada negativamente en vicios, crisis psicológica, degradación,
delincuencia, etc.
Como
opción alterna a la desocupación, en la base de la sociedad surge una franja
poblacional asumiendo iniciativas en economía solidaria, tecnologías
apropiadas, producción sostenible y comercio justo, que manejando variables en
equidad de género, medioambiental, ecológica y de integración multicultural que
ejercen, sin protección civil y abandonada social y económicamente, de
venduteros, artesanos, chiriperos, trabajadores/as por cuenta propia, busca
vida, actividades fuera de la ley, buscadores de desechos, buzos de la basura y
mendigos, entre otros, que demandan, desde el plano laboral, reconocimiento
oficial.
Definitivamente,
la nueva realidad laboral que vive la sociedad dominicana, requiere de un
ordenamiento jurídico que, entre otras, amplíe la responsabilidad social y económica
de los actores intervinientes: el Estado, los empresarios y los trabajadores en
su diversidad. Olvidándose del desfasado corporativismo que ha caracterizo al
llamado estado de bienestar.
En
ese escenario de necesidad de adecuar las relaciones laborales, el
empresariado, aprovechando la limitada visión de actualidad que matiza al
liderazgo sindical y teniendo como aliado al gobierno de Danilo Medina,
intentan pasar una contra reforma laboral que busca desregular el trabajo y
eliminar los pasivos laborales que favorecen al trabajador y las trabajadoras.
Desde
el año 2012 los gremios empresariales, pretenden una contra reforma al código
laboral en materia de horarios de trabajo, prestaciones, cesantía, riesgos
laborales y conciliación judicial, que consideran una traba para la
competitividad. En esa intención los empresarios ganaron el apoyo del gobierno
de Danilo Medina.
Gobierno y empresarios buscan eliminar importantes
conquistas laborales llevada al plano de la ley y el derecho a través de
históricas luchas desarrolladas por la clase obrera dominicana, y porque no, de
la solidaridad internacional del movimiento obrero mundial. En un país donde no
hay seguro de desempleo y las políticas sociales no impactan a los pobres,
eliminar medidas compensadoras a la explotación a que usualmente es sometido el
trabajador, constituye una perversa
inmoralidad.
Es
cierto, que las prerrogativas que dan forma al actual código laboral no pueden
seguir rigiendo todo el espectro del trabajo. De ahí, es un contrasentido
ponerle parches y mantener vigente una legislación laboral elaborada en los
términos de la segunda revolución industrial, en momento que la tercera está en
desarrollo y sugiere la definición de nuevos relaciones y reglas de juego.
Una
reforma sustanciosa al código, debe ayudar a re-contextualizar la noción de
trabajo y superar la creencia de que solo el contractual lo es. De hecho, la
definición de lo que es trabajo y actividad, no viene predeterminada por
categoría antropológica alguna, tampoco de principios monetaristas de ganancia,
más bien el sentido del concepto trabajo, esta permeado por condiciones
culturales, sociales, políticas y productivas que priman en determinadas
épocas.
La
legislación laboral correspondiente a este periodo posmoderno de la tercera
revolución industrial, además de considerar el trabajo en el tiempo, tiene que
tomar en cuenta el trabajo en el espacio y en su remuneración. De esa forma, se
debe ensanchar y dignificar el campo del trabajo socialmente aceptado, donde,
además del contractual, hay que incluir múltiples actividades de gran utilidad,
pero menospreciada cultural, legal y económicamente.
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