Infantilismo vs Realidad
Por
Jaime Morbán
La República Dominicana vive un
momento crucial de su historia republicana. Hemos padecido grandes vicisitudes
y situaciones muy crueles como nación, desde el instante en que el invasor
español puso sus nefastos pies en esta isla caribeña del continente americano:
el genocidio perverso e inhumano de nuestros indígenas originales, la
esclavitud de nuestros ancestros negros africanos, las sucesivas invasiones y
saqueos de los imperios europeos, piratas y corsarios; la traición de Pedro
Santana cuando entregó la Patria de Duarte y los Trinitarios a España,
convirtiéndola de nuevo en una Provincia de la Corona española, los gobiernos
entreguistas pro-imperialistas de Buenaventura Báez; la ignominiosa y
sangrienta dictadura de Trujillo, las ominosas y groseras invasiones
yankees padecidas del 1916 al 1924, y de
nuevo en 1965, los padecimientos del pueblo en los oprobiosos gobiernos de
Balaguer, hasta culminar hoy día con la afrenta vergonzosa y traicionera de su
pueblo, y de su líder y Mentor, el profesor Juan Bosch, que caracteriza a los
casi veinte años de gobiernos corruptos e impunes del PLD.
¿Por qué es importante recordar
ese tedioso panorama histórico? Pues, porque quien desconoce los avatares de su
historia tiende a repetirlos inexorablemente, para desgracia de su pueblo.
Pero, también para que sirva de reflexión para aquellos que se consideran de
izquierda, o progresistas, que no han sabido interpretar correctamente los
momentos históricos que les ha tocado
vivir, por lo que andan casi siempre confundiendo la gimnasia con la magnesia,
y en ocaciones dando palos a ciegas.
La meta de todo revolucionario
es hacer la revolución. Y revolución según lo entiende Fidel Castro, es tener
"sentido del momento histórico" para "cambiar todo lo que debe ser
cambiado" en "igualdad y libertad plenas" con
"unidad e independencia"
para "luchar por la
justicia" social. En otra ocación
Fidel se refirió a que la unidad ideal no siempre es posible, entre
revolucionarios, por lo que se hace
necesario plantearse la unidad posible, sin renunciar a los principios, y
tomando medidas firmes para avanzar en nuetros objetivos estratégicos,
asumiendo con resposbilidad los pasos tácticos que exige el "momento
histórico".
En la actualidad el pueblo
dominicano atraviesa una situación sumamente agobiante e insoportable a causa
de la corrupción e impunidad imperantes. Por la falta de una política
industrial y agroindustrial adecuadas, la inseguridad social, la falta de
salubridad, de educación integral, el desempleo crónico etc. El robo de los
bienes del Estado y la destrucción inmisericorde del medio ambiente, entre
otros vejámenes de la política neoliberal que nos desgobierna. El PLD tiene
control absoluto de los tres poderes del Estado: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Además del control casi total de los medios de comunicación escritos,
televisivos y radiales. Con esta objetiva descripción todos estamos de acuerdo.
Salvo que sucedan
acontecimientos impredecibles que sacudan la sociedad dominicana, todo parece
indicar que el pueblo tendrá la oportunidad de sacar al PLD del poder en las
elecciones municipales, legislativas y presidenciales del próximo año 2020.
Toda esa situación nos empuja a aunar esfuerzos para salir de una vez por todas
del gobierno neoliberal y entreguista peledeista. Con ese criterio unitario y
en circunstancias similares, el pueblo, hastiado por tanta corrupción y abuso
de poder, derrotó a Balaguer en las elecciones del 1978.
En ese sentido, se ha conformado
lo que se percibe como un Gran Frente Electoral denominado: Coalición
Democrática por la Regeneración Nacional, compuesto por ciudadanas y ciudadanos
dirigentes y militantes de organizaciones sociales, que incluye importantes
sectores empresariales, religiosos, académicos y artísticos, preocupados por el
deterioro de la institucionalidad democrática, y la deprimente situación
económica a causa de la élite peledeista político-empresarial enquistada en el
poder, que ha sumido a la nación a un nivel de corrupción, impunidad y descomposición
social sin presedentes.
Entre los objetivos primordiales
de la Coalición se destacan, acabar con el yugo opresor de dominación y el
abuso de poder, proscribir la corrupción y la impunidad, y ejecutar reformas de
avanzadas que constituyan las bases para un nuevo modelo de desarrollo
económico, político y social. A este Proyecto de Nación se han integrado
importantes partidos de la oposición, partidos de izquierda y del litoral
progresista. Con la firme determinación de coadyuvar a la sociedad dominicana,
a transitar por nuevos senderos democráticos de participación ciudadana. A
tales fines, la Coalición deberá encaminar sus pasos hacia la elaboración de un
Programa Mínimo de Gobierno debidamente discutido y consensuado.
Algunos pesimistas, partidos
emergentes auto-denominados progresistas, y de la izquierda tradicional,
argumentan no confiar en ese tipo de alianza circunstancial, aduciendo la
participación de partidos corruptos en la misma. Sin embargo, entre los más
acérrimos críticos del proyecto, hay dirigentes de la izquierda tradicional
cuyo partido fue legalizado en su momento, por el apoyo "táctico" que
les brindaron a la reforma agraria de
Balaguer; Y hay otros, de los auto-proclamados progresistas, que hasta hace
poco eran altos dirigentes y funcionarios de los gobiernos corruptos de ese
mismo PLD, que ahora tan vehementemente dicen combatir. A pesar de que, en
ninguno de los casos, se tiene conocimiento de que se hayan hecho una
auto-crítica pública al respecto. Cuando se vive en una casa de cristal, no es
aconsejable tirarle piedras al vecino.
Otro argumento es, que de la
Coalalición alcanzar el poder, nada garantiza el cumplimiento de los acuerdos
firmados. Bueno, todo compromiso, como toda operación quirúrgica contiene
riesgos, y no por eso los cirujanos van dejar de intervenir un paciente que
agoniza, pero que tiene la posibildad de salvarse con una cirugía precisa. En
ese caso el cirujano siempre toma las medidas necesarias para culminar con
éxito la operación.
Naturalmente, en política se
trabaja en base a otra realidad, pero, igual se toman medidas para hacer
cumplir los acuerdos, presionando a lo interno, por los participantes directos
de los que conformen el gobierno de Coalición,
y a lo externo, con mecanismos de movimientos permanentes de masas como
en el caso de la fuerza arrolladora y sin presedentes demostrada por el
Movimiento Marcha Verde: movimiento pujante cívico-social que hay que
fortalecer y mantener vigente y movilizado en las calles, hasta y después de las
elecciones del 2020, contra la corrupción y la impunidad de este gobierno y de
los que vengan, incluyendo el de la Coalición, si ese fuese el caso; y con el
aval de sindicatos y otras organizaciones ciudadanas. Vale la pena insistir en
un cambio de rumbo más democrático y progresista, quien persevera, triunfa; y
no conformarnos con criticar por criticar, o estar siempre buscándole la quinta
pata al gato.
Por otro lado, es preciso evitar
caer en el infantilismo enfermizo que lamentablemente practican algunas
organizaciones de izquierda, o progresistas, y que les impide interpretar la
realidad con efectividad. El marxista, ex-guerrillero y ex-presidente del
Uruguay, José "Pepe" Mujica al ser entrevistado por el periodista
español Jordi Évole (Youtube, 2016), se refiere al respecto:
"Yo creo que hay una
actitud conservadora en el ser humano permanente, que es válida. No confundir
lo conservador con lo reaccionario. Lo reaccionario es la patología de de lo
conservador. Y existe una actitud de cambio que viene por el lado de la
izquierda, buscando la mejora y la justicia también permanente. Esas dos caras
las tiene el hombre. La patología de izquierda es el infantilismo. La patología
de lo conservador es lo reaccionario. Lo reaccionario no es sólo conservar, es
ir para atrás y en una forma dogmática y cerrada. El infantilismo es la
confusión permanente de los deseos con la realidad, y entonces caer con esas
quimeras de plantear que hay que nacionalizar todo esto y todo lo demás, cuando
se está muy lejos de poder hacerlo."
Pero, además, ¿cuál sería la
alternativa en el caso que nos ocupa? ¿aguantar cuatro, ocho, doce o veinte
años más de dictadura peledeista
disfrazada de democracia? No compartimos esa tétrica idea. En este momento
histórico, quiérase o no, sacar del poder al PLD significa un paso de avance
favorable hacia un cambio de rumbo político más democrático y
participativo. Especialmente, si ese
cambio se logra a través de un proyecto
nacional de concenso que involucre a las principales fuerzas políticas y de la
sociedad civil organizada. Los problemas sociopolíticos se resuelven desde el
poder, no desde la oposición, aún sea pactando con adversarios, por razones tácticas del momento. Algunos revolucionarios
que se cosideran marxista-leninistas dan la impreción, por su praxis política,
de que confunden los términos táctica, estrategia e ideología.
Los pasos tácticos se dan para
alcanzar un objetivo específico. En el caso de un conflicto bélico, para ganar
la guerra; y en la política, para tomar el poder y desde allí emprender las
transformaciones necesarias que requiere una revolución. Por lo tanto, "la
táctica no es ni izquierdista ni derechista". Los movimientos tácticos no
tienen nada que ver con la ideología, como no los tienen que ver con la
tecnología. Por ejemplo, la actividad científica electrónica e industrial es
capitalista, si se desarrolla y se aplica en el capitalismo, pero es socialista
si ocurre en países socialistas. (Bosch,
Ideología, estretegia y táctica, 1986). Quienes actúan desconociendo esa
realidad, niegan con su práctica el marxismo-leninismo que dicen defender.
Pues, actúan a contrapelo del gran táctico y estratega revolucionario que fue
Lenin.
El propio Lenin dió una lección
contundente, cuando tuvo que viajar en un tren alemán en un momento en que
Rusia y Alemania estaban en guerra (Primera Guerra mundial). Lenin se
encontraba en Suiza y para llegar a su nativa
Rusia había que atravesar Alemania. ¿Pero cómo podía un revolucionario
ruso como Lenin hacer esa travesía en esas circunstancias? Sólo negociando con
los jefes militares alemanes para que le permitieran cruzar el territorio
alemán, que fue lo que hizo Lenin a pesar de que sabía que lo que estaba
haciendo corría el riesgo de que sus enemigos políticos en Rusia lo acusaran de traidor a la Patria,
como efectivamente lo acusaron cuando ya él estaba en Rusia. Esa acusación tuvo
resultados tan peligrosos que para salvarse de ellos se vió obligado a
refugiarse en Helsinki, la capital
actual de Finlandia. No obstante, ese arriesgado movimiento táctico, condujo a
Lenin a convertirse el líder y conductor de la primera revolución socialista
exitosa del mundo: la otrora Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). (Ibidem).
Otro ejemplo táctico de envergadura
fue la firma del pacto entre Alemania y la antigua Unión Soviética, que parecía
ir contra los principios ideológicos del Partido Comunista Ruso y contra los de
todos los Partidos Comunistas del mundo. Pero con ese paso táctico
arriesgadísimo, Rusia ganó tiempo para fortalecerse militarmente, y luego, en
la Segunda Guerra Mundial, en otra alianza táctica con países capitalistas como
Francia, Inglaterra y Estados Unidos, derrotar el fascismo Nazi de Adolfo
Hitler. Una vez derrotado el fascismo internacional, se rompió la alianza
táctica entre la Unión Soviética y los países capitalistas, como era natural.
(Ibidem).
Moraleja: En la política, como
en la guerra, se ejecutan pasos o movimientos tácticos y estratégicos, a los
fines de avanzar y lograr objetivos concretos específicos. No siempre conviene
conbatir en diferentes frentes a la vez, ni es posible siempre, concretar la
unidad revolucionaria ideal. Es preciso proceder con la unidad posible, y con
perspicacia en cada momento histórico
crucial; y saber identificar el enemigo o
blanco principal a ser derrotado. De inmediato, y sin pérdida de tiempo,
se procede a despejar la madeja que impone la nueva realidad, concerniente a lo
político y social. Primero hay que vencer al enemigo principal, para continuar,
desde el poder, con el proceso revolucionario de transformar la estructura
política, económica y social, que impide alcanzar la estrategia u objetivo
final: emprender la construcción de la nueva sociedad.
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