Los caminos de la izquierda
“Al
andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se
ha de volver a pisar”.
(ANTONIO MACHADO)
La recuperación de la Izquierda chilena se ve
entrabada por complejos (y fantasmas) que sus enemigos utilizan para mantenerla
arrinconada. Pero la Izquierda no es un actor secundario y ha llegado el tiempo
de retomar la iniciativa.
Uno de esos complejos es la acusación de
“populismo” con que se pretende disuadirla de todo intento de profundizar y
extender los derechos del pueblo. Sin embargo el populismo, en cuanto doctrina
política, tiene un origen digno y hasta heroico. Se remonta a la Rusia zarista
y a los intentos por derrocar el absolutismo mediante el terrorismo y la
insurrección campesina. El marxismo superó esa tesis que confiaba la suerte de
la revolución a la actividad espontánea de las masas. El marxismo centró el eje
revolucionario en el proletariado. Y el leninismo en la conducción de un
partido de vanguardia. La Izquierda chilena es tributaria de esta vertiente
ideológica que nada tiene que ver con el populismo.
El sambenito “populista” amedrenta e inhibe
la acción de la Izquierda institucional pero poco o nada importa a las masas
que luchan por sus reivindicaciones. Ese complejo impide defender como se debe,
en todos los niveles, los procesos revolucionarios de América Latina y admitir
que, a fin de cuentas, desplazar al Estado burgués es condición sine qua non
para construir una sociedad de nuevo tipo.
Otro complejo que sufre nuestra Izquierda es
el trágico final de la Unidad Popular. Falta energía y claridad en el discurso
para defender aquella experiencia. Pero hay también quienes le hacen un flaco
favor al plantear la reedición de un camino que ya sabemos dónde termina. Sería
insensato pretender reconstruir la Izquierda y su programa siguiendo el modelo
de los 70. Ha pasado casi medio siglo y vivimos un cambio de época. Es el
tiempo de la cibernética, la robótica y la inteligencia artificial. El hombre
contra el robot. O el hombre aliado con el robot. El proletariado chileno de
los 70 ya no existe pero la clase obrera, a la que en cuerpo y alma se debe la
Izquierda, sigue siendo la mayoría. Hoy representa el 47,42% (3.734.937
personas) de la población activa, que junto con las clases medias (19,69%), los
funcionarios públicos (4,15%) y la servidumbre doméstica (3,52%), constituyen
el pueblo sometido a la dictadura del 3,30% de la burguesía, secundada por el
20,89% de sus clases satélites. (1)
Hoy la batalla es esencialmente ideológica y
se libra en forma diferente a la realidad social. La minoría domina a la
mayoría. Impera la dictadura del pensamiento único diseñado por el
neoliberalismo y éste ha logrado contagiar –mediante el consumismo y el
crédito- a vastos sectores de las clases explotadas. La tarea, pues, es enorme.
Se trata de llevar a cabo una revolución cultural que abra paso a la igualdad.
La Izquierda necesita una actualización de métodos y estilos de trabajo,
distintas formas de organización y comunicación, compenetración de la realidad
social y las demandas de las clases explotadas; y una visión universal que
facilite la unidad e integración con pueblos hermanos que también luchan por su
dignidad e independencia.
La crisis de las instituciones debido a su
desgaste y a una corrupción generalizada, ha creado condiciones más favorables
para emprender la reconstrucción de la Izquierda. En este empeño hay que agitar
un programa mínimo que refleje su propia identidad. Sólo mediante fuerzas
sustentadas en el movimiento social, será posible generar las alianzas
necesarias –incluyendo a las fuerzas armadas- para convocar a una Asamblea
Constituyente. En las condiciones actuales, librada a la suerte de una mayoría
ciudadana indiferente a la política, que ya se acerca al 70%, una nueva
Constitución reflejaría la voluntad de quienes se limitarán a maquillar las
instituciones con una “modernización” que no tocará un pelo del modelo
existente.
Los trabajadores y sus sindicatos, las
asociaciones de funcionarios, las organizaciones poblacionales y estudiantiles,
el pueblo mapuche, el movimiento No+AFP, los movimientos de mujeres,
ambientalistas y LGTBI, todos los que demandan salud y educación pública de
buena calidad, empleos, salarios y pensiones dignas, igualdad en derechos y
deberes, son los llamados a crear el instrumento político para alcanzar los objetivos
de luchas hoy dispersas. Este es el rol orientador que corresponde a la
Izquierda. Una Izquierda con agallas, sin complejos ni fantasmas, renaciendo de
sus cenizas.
(1) Ver: Maximiliano Rodríguez, “Estructura
social, organización laboral-gremial y lucha de clases en el capitalismo
chileno”. https://www.puntofinalblog.cl/blog/estructura-social-organizaci%C3%B3n-laboral-gremial-y-lucha-de-clases-en-el-capitalismo-chileno
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