UE - Mercosur, un acuerdo entre dos bloques en crisis
Más de dos décadas después que comenzaran las negociaciones se
anunció que la UE y el Mercosur alcanzaron un Acuerdo de Asociación
Estratégica. El documento rubricado por los negociadores, fija en un texto muy
breve lineamientos políticos y los ejes centrales del comercio entre los
bloques. Aún debe pasar la revisión legal y aprobarse en los parlamentos.
Se trata de un acuerdo entre dos bloques en crisis. El Mercosur
está estancado desde hace años y sin un rumbo definido. La UE atraviesa una
fuerte crisis comercial y está sometida a tendencias disgregadoras, tanto desde
adentro como de fuera del bloque.
¿Qué cambió desde noviembre pasado?
No es un secreto que el presidente Mauricio Macri apostó todo a
que este acuerdo se firmara en el marco de la reunión de la OMC en Buenos Aires
a fines del año pasado, lo que no fue posible por la posición de la UE y por el
tembladeral político existente en Brasil bajo la presidencia de Michel Temer.
Es una pieza estratégica de su política de “inserción inteligente” en el mundo.
Es indudable que la presencia de Jair Bolsonaro en la presidencia
de Brasil, y especialmente de su ministro de economía, el ultraliberal Pablo
Guedes, reforzó el posicionamiento del Gobierno de Macri para alcanzar este
acuerdo.
Es conocido que el presidente del Gobierno español jugó un papel
decisivo para favorecer reuniones bilaterales con el presidente francés y que
la postura favorable de Alemania fue empujada por la industria automotriz de
ese país. También es cierto que fue un acuerdo de apuro, las principales
autoridades europeas dejarán pronto sus cargos y los cambios políticos que se
avizoran no son favorables al tratado.
Por el lado de la UE se trata de recuperar presencia en el
concierto internacional y en los intercambios comerciales y operará como un
mercado de reemplazo. Es una respuesta al bloqueo de la administración Trump a
los acuerdos de libre comercio (TPP y TTIP), al brexit y al auge de los
nacionalismos. Es también prueba de la eficacia de la alianza franco/alemana
(Angela Merkel- Michel Macron) que junto con China están dispuestos a asumir el
liderazgo de la globalización mercantilista, ocupando espacios cedidos por los
EEUU de Trump.
Estos desafíos a la política exterior de la Administración Trump
se completan con la decisión de otorgar un crédito a Irán para que este país
pueda sobrellevar las sanciones económicas norteamericanas y mantener las
relaciones comerciales con la Unión, a cambio de que Teherán no abandone el
acuerdo nuclear.
Un acuerdo desequilibrado
A partir de ahora el Mercosur tendrá no solo que resolver sus
asimetría internas, sino también las que tiene con la UE, que el acuerdo no
resuelve y que son muy favorables a la Unión Es cierto que el acuerdo
rebaja aranceles a un 90% de los productos y servicios que intercambian los
bloques -operarán casi de inmediato para los productos europeos y con plazos de
hasta 10-15 años para los del Mercosur- sin embargo el costo fiscal es menor
para la UE (su promedio arancelario es del orden del 11%) que para nuestros
países (con aranceles que van del 14 al 35%).
Por otra parte los “beneficios” para la región de América del Sur
están limitados por las cuotas arancelarias (cantidades fijas no aranceladas) y
no habrá mayores desgravaciones por fuera de esas cuotas, mientras que las
exportaciones de la Unión no están cuantitativamente limitadas y una vez
cumplidos los plazos de desgravaciones ingresaran con arancel cero.
No es menor el tema de la reglas de origen, la UE no tiene mayores
controles sobre las mismas y es conocida la fuerte penetración de las
importaciones asiáticas. Está también la apertura de los mercados estatales de
obras públicas y compras gubernamentales, a nivel nacional, provincial y
municipal, poniendo en un pié de igualdad a las grandes corporaciones europeas
con las empresas nacionales, por lo general PyMES. Los mercados de servicios y
de comercio electrónico, que en general evaden normas y pagos impositivos y la
imposición de propiedad intelectual, marcas y patentes que las multinacionales
buscan monopolizar, están también alcanzados por este acuerdo.
Una integración subordinada
En Argentina saldrán favorecidos los sectores exportadores:
agroindustrial -colisionará con los granjeros de Francia, Irlanda, Polonia…
para quiénes el Programa Común Agrario (PAC) es una valla protectora y uno de
los pilares de la UE- la pesca, tendrán problemas los sectores hortofrutícolas,
el vino y otros productos regionales. Los servicios (software y profesionales)
serán beneficiados mientras que la gran perdedora será la industria y los
empleos que genera, debilitando el mercado interno. El retroceso industrial
favorecerá el avance de la primarización. No en vano las cámaras del sector
agroindustrial reaccionaron favorablemente, mientras que las industriales
manifestaron preocupación, cuando no rechazo.
Al mismo tiempo el acuerdo presionará para que se concrete la
transformación del sector productivo propuesta por el Gobierno de Macri
distinguiendo los sectores competitivos, los que no lo son y deben desaparecer
y aquellos que hay que estimular para mejorar. Si a esto se suma que la
renegociación de los vencimientos de la deuda con el FMI tendrá como
contrapartida las reformas pendientes según la ideología neoliberal (laboral,
previsional y fiscal) la reestructuración completa de un capitalismo local
promercado sometida a las tendencias globales está contenida en la orientación
general del Acuerdo.
Para el Mercosur este Acuerdo de Asociación Estratégica redundará
en una integración subordinada a los vaivenes del mercado mundial, pasará ahora
por el tamiz de la revisión jurídica y deberá ser aprobado tanto por el
Parlamento europeo como por los parlamentos de los 28 países que componen la UE
y los 4 del Mercosur. Está pendiente también la redacción de la letra chica del
acuerdo (según se dice se daría a conocer en los próximos días) que contendría
listas de productos sensibles que serían protegidos. Todo llevará tiempo, sin
embargo no debe descartarse que se recurra al procedimiento -ya utilizado en
los acuerdos de la UE con Canadá, Colombia/Perú y Centroamérica- por el cual la
Comisión Europea solicita una aplicación provisional y el Consejo de la UE la
autoriza, así no tendría que esperarse hasta la ratificación de los parlamentos
nacionales para entrar en vigencia, que podría ser en 2021.
La dimensión geopolítica
El Acuerdo tiene un fuerte contenido geopolítico. En principio
ampliará la influencia económica y política de la Unión en la región. No debe
pasarse por alto que el anuncio oficial coincidió con la inauguración de las sesiones
del G20 en Osaka. Forma así parte de la disputa entre el multilateralismo que
promueven Europa y China frente al proteccionismo de EEUU bajo Trump, y al
mismo tiempo es un fuerte aval de la dirigencia de la UE a la política del
Gobierno de Macri, justo cuando comienza la campaña electoral donde está en
juego su reelección.
Nuevas investigaciones sobre el “Apagón del siglo” con epicentro
en Argentina y ramificaciones en Brasil y Uruguay, nos informan de que habría
sido provocado por el ingreso de energía desde Brasil vía el sistema
interconectado. ¿Será una señal a futuro de la inserción inteligente que
promueve el Gobierno de Macri?
Eduardo
Lucita, integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda-
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