Las dos caras de Trump: el diplomático y el belicista
Democracy Now!
El “eje del mal” apareció por primera vez en el discurso del
Estado de la Unión del expresidente George W. Bush de enero del año 2002. Bush
usó esta expresión para referirse a Irak, Irán y Corea del Norte pocos meses
después del atentado del 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas de
Nueva York. Catorce meses después del discurso, Estados Unidos invadió Irak y,
16 años después, sigue en guerra allí.
Ahora,
el presidente Donald Trump está amenazando con “aniquilar” a Irán, mientras que
visita y llena de elogios al líder de Corea del Norte, Kim Jong Un. ¿Por qué la
diferencia de actitud para con estos dos países del “eje del mal”? Es simple:
Corea del Norte tiene un arsenal de entre 20 y 60 ojivas nucleares y misiles
para lanzarlas, e Irán carece de armas nucleares. La lección es dolorosamente
clara: para evitar una guerra devastadora con Estados Unidos se deben
desarrollar armas nucleares como elemento de disuasión.
Pese
a lo que afirmen muchos opositores de Trump, entre ellos varios de los
precandidatos presidenciales demócratas, la breve reunión de Trump con el
dictador de Corea del Norte que tuvo lugar la semana pasada fue algo positivo.
La diplomacia es mejor que la guerra. Una guerra con Corea del Norte sería
catastrófica. Joe Cirincione, presidente del Fondo Plowshares, organización que
trabaja a nivel mundial para reducir los peligros que representan las armas
nucleares, declaró a la cadena CNN en 2017: “Si se ataca a Corea del Norte,
Corea del Norte va a contraatacar, y tiene un devastador arsenal de armas
convencionales estacionado a lo largo de la frontera que podría devastar a
Seúl… Se estima que cientos de miles de surcoreanos morirían en las primeras
horas del combate a causa de los ataques con artillería, cohetes y misiles de
corto alcance. Y si esta guerra se elevara al nivel nuclear, resultaría en
decenas de millones de muertes”.
Esas
serían solamente las muertes previstas en Corea del Sur. Si sumamos posibles
ataques nucleares contra Japón, Hawái y posiblemente Estados Unidos
continental, las cifras de víctimas se vuelven inconcebibles.
Deberíamos
agradecer que Trump siga negociando con Corea del Norte. Deberíamos felicitarlo
por convertirse la semana pasada en el primer presidente estadounidense en
funciones en pisar suelo norcoreano.
Uno
de los opositores a este diálogo es el asesor de seguridad nacional de Trump,
John Bolton. Mientras Trump se encontraba en Corea la semana pasada, Bolton fue
enviado lejos, a Mongolia. Después de que el periódico The New York Times
informara que Trump estaba considerando aceptar un congelamiento de la
expansión nuclear de Corea del Norte, en lugar de una desnuclearización
completa, Bolton tuiteó: “Ni el personal del [Consejo de Seguridad Nacional] ni
yo hemos debatido ni escuchado ningún deseo de ‘conformarnos con un
congelamiento nuclear por parte de Corea del Norte”.
Es
ampliamente considerado que Bolton y también el secretario de Estado Mike
Pompeo son partidarios de un conflicto militar con Irán. Irán derribó
recientemente un dron espía estadounidense, alegando que había ingresado al
espacio aéreo iraní. Trump ordenó un ataque militar en represalia, aunque
finalmente lo suspendió a último momento.
Trump
debería ser condenado por ordenar el ataque, pero aplaudido por cancelarlo. La
guerra con Irán hubiera sido increíblemente destructiva para todas las partes
involucradas y probablemente se hubiera extendido por todo Medio Oriente. Si
esta guerra sucediera, advierte el Boletín de Científicos Atómicos, Trump
probablemente podría ordenar el uso de las llamadas “armas nucleares tácticas”
contra Irán.
En
medio de este polvorín geopolítico, el gobierno de Trump intenta suministrar
tecnología nuclear a Arabia Saudí, antagonista clave de Irán. El príncipe
heredero saudí Mohammed bin Salman no ha descartado usar las centrales
nucleares que espera comprar para desarrollar armas nucleares.
La
oposición bipartidista del Congreso al acuerdo nuclear con Arabia Saudí está
creciendo; no solo por el peligro de la proliferación de armas nucleares, sino
también por el implacable bombardeo de Yemen por parte de Arabia Saudí, que ha
causado la mayor crisis humanitaria de la actualidad, así como por el brutal
asesinato del periodista del Washington Post Jamal Khashoggi dentro del
consulado saudí en Estambul. El congresista demócrata de California Brad
Sherman declaró al medio Arms Control Today: “Si hay un gobierno al que no
puedes confiarle una sierra para huesos, no debes confiarle tampoco armas
nucleares”.
Otra
preocupación en el Congreso es el posible conflicto de intereses del asesor y
yerno de Trump, Jared Kushner. La empresa de la familia Kushner recibió un
enorme rescate financiero el año pasado de parte de un fondo de cobertura
llamado Brookfield Asset Management, o BAM . Este fondo de cobertura también es
propietario de la empresa Westinghouse Electric, que se beneficiaría de las
ventas de plantas nucleares a Arabia Saudí. La estrecha relación personal de
Kushner con el príncipe heredero de Arabia Saudí es bien conocida.
Con
Estados Unidos preparándose abiertamente para la guerra con Irán, mientras que
activamente procura fortalecer el poderío de Arabia Saudí con la tecnología que
necesita para desarrollar sus propias armas nucleares, ¿resulta extraño que
Irán acabe de anunciar que comenzará a almacenar y enriquecer uranio nuevamente?
Irán venía cumpliendo los términos de del acuerdo nuclear multilateral firmado
con las potencias occidentales, incluso después de que Trump retirara a Estados
Unidos del acuerdo.
El
presidente Trump está forzando a Irán a seguir la ruta tomada por Corea del
Norte: desarrollar un arsenal nuclear disuasivo o ser destruido. Necesitamos
una respuesta de los movimientos de base de todo el mundo para detener esta
nueva carrera armamentista nuclear antes de que llegue demasiado lejos.
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