527 años después, seguimos conspirando
En el proceso de la colonización
permanente, incluso durante los dos siglos de repúblicas criollas que
transcurren, se fijó en la estructura psicológica, individual colectiva, de los
pueblos aborígenes y mestizos, la celebración de 12 de octubre como el “Día de
la Hispanidad”.
Nos bautizaron con la promesa de
civilizarnos. Nos alfabetizaron con la promesa de modernizarnos. Pero, siglos
después, la “civilidad moderna” trastocó los hilos de la trama de la Vida en el
planeta, al grado de llevarlo a su debacle.
En un mundo matricida y suicida, el
sistema-mundo-occidental, ahora, en crisis civilizatoria, va por todo y por
todas partes a escarbar y destruir nuestros territorios bajo la promesa de
“desarrollo sostenible, o “economía verde” que jamás llegará para nosotros.
En este contexto, las y los hijos de la
Pachamama, incluso luego de haber nadado en los ríos de la urbanidad, desde los
territorios y comunidades en resistencia, desde nuestros huertos, estamos
dispuestos a conspirar, a subvertir este desorden letal.
Cada 12 de octubre, más allá de las
emociones encontradas, debe abonar procesos de subversión y conspiración contra
todos los aparatos de la colonización permanente. Ningún nativo de Abaya Yala
puede ser tal, y al mismo tiempo autodefinirse como peruano, boliviano, ecuatoriano,
guatemalteco, mexicano… Esas quimeras de identidad “nacional criolla”, opera
como un establo para acorralarnos, controlarnos, separarnos, aniquilarnos a los
pueblos.
Los estados naciones de la República son
para nosotros (los pueblos indígenas) lo que fueron los “pueblos indios” o
“encomiendas” para nuestros abuelos durante la Colonia española. Jaulas que
aniquilan nuestra identidad, trituran nuestros derechos, y cercos que nos
separan para dominarnos.
Los quechuas, aymaras, mayas, guaraníes,
mapuches, trascendemos esos corrales criollos de las fronteras de Estado
Nación. No pocas veces, estos estados, como en otros tiempos, nos castigan como
sus “enemigos internos” sólo porque exigimos la restitución y garantía de
nuestros derechos colectivos reconocidos por el Derecho Internacional.
Cada 12 de octubre, indígenas, afros y
mestizos debemos reflexionar sobre nuestra condición de NO ciudadanos en
estados nacionales altamente etnofágicos.
La exclusión, el empobrecimiento, el
racismo, la depredación de nuestros defensores y comunicadores no son
accidentales. Son elementos constitutivos de la ontología del “ser criollo” que
opera desde los aparatos del poder hegemónico en Abya Yala. En consecuencia,
para el o la indígena, el enemigo político/ideológico inmediato a superar son
los debilitados estados nacionales.
El 12 de octubre debe abonar nuestras
luchas por nuestros derechos políticos, sin desviarnos en el folclorismo
rampante. Pero, ante todo, debe desafiarnos a transitar del ejercicio de los
derechos culturales al ejercicio de los derechos políticos.
Urge, pues, trascender del folclorismo
victimista que nos agota en mostrar/defender el ropaje indocolonial que nos
envuelve, y atrevernos a subvertir a los aparatos ideológicos de la dominación
que nos despoja. Urge pensarnos y asumirnos como sujetos sociopolíticos
colectivos desde algún intersticio subversivo.
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